No impacta Napoleón Gómez Urrutia. Mire, vino a Sonora y no se da siquiera el tiempo de ir a Cananea, se mantiene en ambientes controlados y se regresa a los terrenos que sí conoce y donde sí puede tener algo de control, que es la capital del País. Allá es alguien, sin duda… pero acá no.
La presentación del libro del senador en la que participó el gobernador Alfonso Durazo hace unos días habla bien del mandatario, de su capacidad de diálogo y de tender puentes para que las cosas sucedan en el Estado que gobierna.
Pero del señor Gómez no dice nada, salvo la confirmación de lo que ya se sabe, que en su mundo es un héroe y un perseguido de un régimen que ya no existe pero del que él mismo es un saldo, una consecuencia.
Apenas regresó a la Ciudad de México y mandó a alguien a sembrarle una pregunta en su mañanera al presidente López Obrador, diciéndole que en Cananea estaban sucediendo una serie de cosas impulsadas por la empresa minera en contra de la población y de la sección sindical que él dirige.
Mentiras al fin, nada de lo que una reportera le preguntó al Presidente es cierto.
Lo que sí es cierto es que sigue haciendo uso de cuanta argucia legal encuentran sus abogados para no pagar a los trabajadores que dice que defiende, esos 55 millones de dólares que le tocaron al sindicato cuando Grupo México compró la mina.
Lo que sí es cierto es que el propio Gobierno federal, vía la secretaria del Trabajo, María Luisa Alcalde, da seguimiento puntual a las demandas en contra de “Napo”, mismas que tarde o temprano va a perder porque justo en estos días se emitió otro laudo que lo condena a pagar incluso con intereses, lo que ya suma 110 millones de dólares. Si tanto relajo había en Cananea, pues hubiera ido, en vez de andar presentando su librito ese.
Columna publicada por Sergio Valle en El Imparcial.
Link: https://www.elimparcial.com/sonora/columnas/Quien-es-Napo-20220611-0047.html